Soy la primera desencantada del mundo moderno; lo efímeras de las relaciones sociales me desmotivan. Z. Bauman me cayó del cielo e hizo que me enamorara de él y sus teorías de la Modernidad Líquida. ¿Qué mejor adjetivo se le puede adjudicar a la modernidad? Relaciones sociales tan líquidas, cada vez más gaseosas, menos densas, más pasajeras y menos importantes, establecidas únicamente con un fin preestablecido, no necesariamente en común con el otro individuo. Nunca ha sido un problema confiar demasiado en la gente que me rodea, para otros, en cambio, si lo supone.
¿Cuál es el producto? El mundo líquido de nuestros tiempos.
Bauman realiza una clasificación por períodos de la modernidad, dándole adjetivos que caracterizan a cada de una de ellas y que, debido a ciertos factores, se va convirtiendo cada vez más superficial, personal e ‘individualizante’.
A groso modo, la Modernidad Pesada es la que surge del feudalismo al capitalismo, en donde los vínculos entre grupos y personas son densos y duraderos, y hay una universalización de valores (gracias también a la emergente globalización debido a la Revolución Industrial), es decir, como coloquialmente se diría, todos creen en lo mismo. Digamos que es el principio de la modernidad, su surgimiento entrelazado con el capitalismo. En ella, la comunidad parece ser fuerte; se evidencian vínculos estables entre las personas, aceptación y sentido de pertenencia, en donde el Estado como institución es el ente principal de regulación y de la administración de seguridad. Una vez que el Estado comienza a perder fuerza gracias a las diferentes políticas neoliberales que fueron implementándose, la distención de procesos regulatorios es inevitable.
La institucionalidad del Estado se diluye y la Modernidad Líquida encuentra cabida. El capitalismo configurado como sistema, se esparce ahora en todos los rincones del planeta, lo que de alguna manera representa no solo un cambio económico, sino que involucra también transformaciones sociales y culturales.
Por otra parte, la instantaneidad de las cosas significa asímismo la ausencia de tiempo; con el avance de la tecnología, el valor del tiempo se pierde y todo se realiza a pasos agigantados; se suplantan cosas y objetos cada vez más rápido por otros más nuevos que permitan cubrir nuestros intereses y necesidades temporales. En este sentido, las consecuencias se evidencian indirectamente en la fragilidad de las relaciones humanas y los vínculos sociales que unían a los individuos: se comienza a reemplazar asímismo a unos individuos por otros, como si fueran objetos desechables. Lo que anteriormente nos unía como una comunidad, ahora termina generando únicamente una falsa identidad común. En la Modernidad Liviana, existe un esfuerzo por mantener a distancia al otro, aquel que es concebido como un extraño.
Actualmente, ¿qué es una comunidad? Bauman expone el ejemplo perfecto al referirse a un conjunto de residencias cerradas que cuentan con vigilancia, de donde no es necesario salir por los recursos básicos que posee para vivir, como educación, alimentación y recreación; es el prototipo de la calidad de vida soñado que posee el nombre de comunidad. Sin embargo, una comunidad no sólo se define a partir de la población que vive circunscrita a una zona territorial determinada; también se refiere a aquellos intereses compartidos, por la afinidad entre los individuos o grupos que la conforman y hasta por las prácticas que realizan. Pero en ésta comunidad actual, la de la modernidad líquida, nadie se conoce; cada familia realiza sus actividades rutinarias relacionándose con sus vecinos únicamente por lo estrictamente necesario. Suena familiar la explicación... ¿Qué sentido de comunidad se le da a este espacio entonces?
Valdría decir que la palabra “comunidad” ha cambiado su significado etimológico. Esta pérdida de sentido "a lo Weber", ahora no es más que un “concepto definido por sus límites vigilados (el territorio) y no por su contenido (intereses y prácticas compartidas, etc)”. La individualización es excepcional.
Las consecuencias de los fuertes cambios surgidos en la modernidad en tan poco tiempo traen graves consecuencias de inestabilidad en las relaciones humanas son inestables, desigualdad y vínculos muy frágiles.
Es común el miedo e incertidumbre que se genera al intentar relacionarse con otros; evitamos lazos fuerte y duraderos porque en la modernidad líquida nada lo es. Desechamos a las personas fácilmente; cumplimos nuestros objetivos e intereses concretos y conseguimos a otra persona que pueda suplantar a la anterior (no es casualidad la cantidad de solteros y divorciados de hoy en día, por ejemplo).
Dando un paso más allá, ¿cuál es el reto actual? Sobrevivir a las adversidades de la modernidad líquida; evitar caer en su trampa. Sobrevivir también a la anomia "a lo Durkheim", de una sociedad distanciada sin funcionamiento orgánico y normal. El truco está en confiar y creer en algo, en evitar que la liquidez de la modernidad llegue al punto gaseoso; así, la palabra "relaciones" desaparecería del imaginario social. Por otro lado, dejaría de lado completamente y por fin a las subjetividades implícitas y natas del ser humano, por ser el razonamiento la expresión sustantiva y real de la modernida; la objetividad como medio y fin último.
Es momento de creer que la existencia de vínculos reales y perdurables es posible; es momento de crearlos, es momento de confiar realmente en el otro. Es necesario encantarse de nuevo con el mundo, aprender y aceptar a la modernidad, apoyándose al mismo tiempo en creencias religiosas, espirituales y teóricas, como el catolicismo, el destino como fuerza sobrenatural o el socialismo como doctrina ideológica, por ejemplo. Yo creo que realmente existe una esperanza para el mundo; creo que las cosas pasan por algo y que todavía existe un rumbo que podemos tomar para acabar con los males de nuestro sistema.