viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Izquierda y derecha?

     La política es un extraño hábitat en donde la mayoría de los ciudadanos, quienes tenemos el deber y el derecho primordial de participar en ella activamente, siendo parte central de nuestra naturaleza humana (el poder tener voz, elegir, expresarnos, debatir y tener ideas e ideologías según sea nuestro imaginario, con libertad y responsabilidad sobretodo), la evadimos con la excusa de costumbre en un venezolano: "estoy harto de hablar de política". Los extremos nos han cegado y separado.
 
     Me gusta la política y de hecho, tal como expresaba Arisóteles, somos animales políticos, es imposible desentendernos de ella; lamentablemente, en el país la polarización ha sido tal, desde antes del gobierno de Chávez pero que se ha ido agravando con este, que preferimos abstenernos de hablar de temas políticos por el descontento, desunión y odio que generan, hasta el sol de hoy, gracias a la diferencia tan radical de pensamientos. Por esta razón, es que me motiva hoy más que nunca a escribir brevemente sobre el tema, no con la finalidad de criticar a uno o a otro (de los dos típicos polos configurados en nuestro país), sino a realizar reflexiones que considero pertinentes para el devenir ciudadano en Venezuela.

     Hoy en día, no creo que el problema estructural se encuentre en ver quién es el partido que tiene la razón, si la izquierda o la derecha. Para mí, nunca ha existido tal cosa, o al menos no en Venezuela, así como es imposible que un sistema político y económico se configure en alguna parte del mundo, puro en su totalidad.

     Lamentablemente para muchos, las ansias de querer establecer un sistema socialista en Venezuela fracasaron hace mucho tiempo, siendo el Estado moderno enteramente burgués. Creo que por allí comienza el problema. En la crisis actual que vivimos, no basta con ser de izquierda o de derecha, las ideologías no son las que nos dan de comer. Esta crisis ha superado las fronteras entre la famosa división originada en el marco de la Revolución Francesa; es lo que nos une a ti y a mi, aunque lamentablemente tuvimos que llegar a esto para darnos cuenta e incluir al otro que veíamos como enemigo (oficialista y ex-oposición). Se puede creer fielmente, con base, en cualquier teoría, autor, sistema político o económico, religión, etc, pero si eso te impide ver la realidad en la que vives, tenemos serios problemas. No se trata de una guerra de ideologías, se trata de una crisis que ha dejado tanto al de la clase media pobre, como al pobre, más pobre aún.

     Arribando un poco a la parte teórica en sociología, es pertinente revisar a Marx en La Ideología Alemana, sobretodo. ¿Qué es lo fundamental a tomar en cuenta, a mi parecer? La expresión de la 'falsa conciencia'. El autor siguiendo la corriente del llamado materialismo histórico, criticando a Hegel y a sus seguidores puramente idealistas, da cuenta de la falta de visión de estos últimos del mundo real y material; pues realizando un proceso de abstracción, idealizaban la realidad. Es como soñar. Imaginar algo que crees, fielmente, real. La ideología no devela la materialidad de lo real, sino que la encubre y distorsiona a su antojo.

     Este muy breve párrafo intenta explicar mi parte teórica favorita del autor, y creo expresamente que es lo que está ocurriendo con, actualmente, la minoría de la sociedad venezolana a la que igualmente respeto y debe ser parte de las nuevas decisiones que sean tomadas en la nueva Asamblea Nacional. Muy irónicamente, siendo Marx el pionero más conocido del socialismo y el comunismo, es el que explica qué ocurre cuando a través de las ideas, construyes la realidad. Quizás no sea tan lineal como lo presento aquí. La cuestión es intentar trasladar parte de la teoría que conocemos a nuestra realidad.

     No creo que la llamada oposición venezolana sea de derecha, así como tampoco creo que el oficialismo sea de izquierda; ambas ofrecen distintas cosas y, como todo, unas se cumplen y otras no. Hay que irse a lo real, cómo solventar una crisis que enfrentamos todos, aplicando políticas, decretos o leyes que permitan restituir el equilibrio de las esferas social, económica y política, básicas, en las que nos desenvolvemos.

     Como expresé, la intención no se encuentra en dejar de creer en ideales, sino en realizar reflexiones sobre si se cumplen tus expectativas frente a eso en lo que crees. Si no tienes igualdad de oportunidades para prosperar, que la persona que se encuentra a tu lado, pero sigues creyendo fielmente en el capitalismo, evalualo; si te venden un discurso de izquierda, pero sigues sumido en necesidades, y sigues creyendo fielmente en el socialismo, evaluate.

     Es hora de empezar a hablar de política, políticamente. De debates sanos y fructíferos aceptando y no juzgando, sino criticando visiones, incluyendo la propia. El deber ciudadano se encuentra allí, de estar a la altura de lo que se exige y lo que se quiere, de mostrar preferencias y opiniones, de elegir conscientemente lo mejor, ubicándose en una posición común y no egoísta. Empecemos a pensar por nosotros mismos, no en función de lo que otros quieren que pensemos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Modernidad y Weber [The Iron Cage]

     El debate eterno de los científicos sociales: la Modernidad. ¿Viene a ser una bendición para la humanidad; un nombre más para identificar un período de la historia; o un concepto con cabida real y material que acaba siendo un arma de doble filo?

     Desde que leí a M. Weber (o mejor dicho, desde que lo comprendí), me enamoré, irónicamente, de su desencantamiento con el mundo. ¿Cómo no hacerlo? La Modernidad vista como un período en la historia, de avances de todo tipo, viene a ser a juicio de Weber, la que llega a acabar con el sentido que el mundo le daba a la vida. Pues, ¿cómo es que nuestras acciones giraban en torno a las religiones (de cada sociedad), a hacer de nosotros mejores personas gracias a lo que estas propugnaban, a llevar la palabra de nuestro Alabado? Y es que aunque me lo hayan repetido n cantidad de veces en Teoría Social, no me lo imagino, no podría.

     Como decía, la Modernidad llega de la mano con la ciencia y la razón para superar y menospreciar aquellas subjetividades que dominaban el estilo de vida “antiguo” en donde la religión era el centro de la sociedad, donde el pensamiento era liderado por y para ella. Y muchos dirán que fue una fortuna no haberse quedado en el pasado, donde nada se sabía, donde no se producía conocimiento científico y que, en cambio, actualmente podemos obtener conocimientos de manera rápida, eficaz y sin que algún religioso radical nos acuse de brujería y de pecadores.

     Sin embargo, en algún momento, Weber llegó a un estado de depresión por haber caído en cuenta de que en verdad el problema no era que la sociedad de alguna manera se había emancipado de la religión que oprimía y regulaba el pensamiento, sino que la ciencia vino a suplantar las subjetividades de la humanidad: la creencia en algo (falso o no) que le daba sentido a su vida, que le permitía continuar y trabajar para ello.

     La ética protestante y el espíritu del capitalismo es el mejor ejemplo para entender gran parte del pensamiento de este autor; queriendo los protestantes asumir una posición, para de alguna manera predicar la religión y fortalecerla mediante la creencia de que el trabajo duro y sus frutos honran a Dios, irónicamente, este sentido del trabajo y la riqueza vendrían siendo el principal motivo del surgimiento del pensamiento capitalista, enfocado en hacer y acumular riquezas. En el libro, da una explicación valorativa del trabajo que resuelve el problema de la vida y la muerte, es decir, la religión, que le prometía al hombre la salvación a partir de la realización de un trabajo ‘predestinado’, pierde progresivamente su significación en la sociedad (a partir de la observancia religiosa que realiza) y la emergencia de la racionalidad es impostergable; el ser humano ahora es el centro pero no tiene explicación de la muerte. Aunque la religión protestante haya sido la causa de que los hombres hayan servido y honrado a Dios a partir del trabajo para alcanzar la ‘infinidad de su alma’, y haya sido también la causa del capitalismo, deja de tener cabida en el pensamiento de la sociedad y la racionalidad ahora se autonomiza; la razón religiosa pasa a ser razón moderna. En fin, la secularización viene dada a partir de la propia religión que intentó predicar acciones que iban en contra de ella misma, a largo plazo.

     Con esta explicación y a modo de reflexión: a pesar de que hace más de un siglo la ciencia pudo darnos respuestas acerca de la vida y, de la muerte como un proceso natural, creo fielmente en que eso no nos basta. ¿Qué sería de nosotros sin ese sistema de valores (sentimientos, tradición, cultura...) que nos dan justamente una razón subjetiva de la vida para disfrutarla?

     Y aunque me tilden de utópica, dentro de “The Iron Cage”* en la que todos estamos encerrados (por defecto moderna, racional y capitalista), podemos subsumirnos a lo que la sociedad nos dicte si eso es lo que queremos, y aunque nuestra vida esté determinada por el mundo, la otredad y por el sistema en el que nos encontramos, el reto está en intentar romper la Jaula de Hierro, hacer un esfuerzo por salir de ella airosos y con ganas de dirigir nuestras propias vidas. Lo prioritario en esta sociedad es la razón moderna, ahora toca preguntarte cuál es TU prioridad, tu razón.

     ¿Es acaso válido decir que la Modernidad y la religión son antagónicas? Entendida esta última en estos términos de espiritualidad, sentido de vida, creencia en algo que nos hace ser mejores personas y no como ideología opresora o falsa conciencia (Marx). Yo estoy segura que no; la religión puede fácilmente vivir en la Modernidad como una esfera más de la vida social, como un campo (Bourdieu) más que podemos añadir a nuestro rol como persona.

     A pesar de estar inevitablemente sumidos en la racionalización del mundo impuesta (viéndolo abstractamente) por la ciencia, alejarnos de ello no significa ser “premodernos”, sino estar conscientes de que nos hace falta más corazón.






 *"The Iron Cage" es la traducción al inglés que le da Parsons al texto original de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo, escrito en Alemán y que traducido directamente al español podría interpretarse como "férreo estuche".



 Gracias Mr. Steven por el consejo.