lunes, 14 de diciembre de 2015

Modernidad y Weber [The Iron Cage]

     El debate eterno de los científicos sociales: la Modernidad. ¿Viene a ser una bendición para la humanidad; un nombre más para identificar un período de la historia; o un concepto con cabida real y material que acaba siendo un arma de doble filo?

     Desde que leí a M. Weber (o mejor dicho, desde que lo comprendí), me enamoré, irónicamente, de su desencantamiento con el mundo. ¿Cómo no hacerlo? La Modernidad vista como un período en la historia, de avances de todo tipo, viene a ser a juicio de Weber, la que llega a acabar con el sentido que el mundo le daba a la vida. Pues, ¿cómo es que nuestras acciones giraban en torno a las religiones (de cada sociedad), a hacer de nosotros mejores personas gracias a lo que estas propugnaban, a llevar la palabra de nuestro Alabado? Y es que aunque me lo hayan repetido n cantidad de veces en Teoría Social, no me lo imagino, no podría.

     Como decía, la Modernidad llega de la mano con la ciencia y la razón para superar y menospreciar aquellas subjetividades que dominaban el estilo de vida “antiguo” en donde la religión era el centro de la sociedad, donde el pensamiento era liderado por y para ella. Y muchos dirán que fue una fortuna no haberse quedado en el pasado, donde nada se sabía, donde no se producía conocimiento científico y que, en cambio, actualmente podemos obtener conocimientos de manera rápida, eficaz y sin que algún religioso radical nos acuse de brujería y de pecadores.

     Sin embargo, en algún momento, Weber llegó a un estado de depresión por haber caído en cuenta de que en verdad el problema no era que la sociedad de alguna manera se había emancipado de la religión que oprimía y regulaba el pensamiento, sino que la ciencia vino a suplantar las subjetividades de la humanidad: la creencia en algo (falso o no) que le daba sentido a su vida, que le permitía continuar y trabajar para ello.

     La ética protestante y el espíritu del capitalismo es el mejor ejemplo para entender gran parte del pensamiento de este autor; queriendo los protestantes asumir una posición, para de alguna manera predicar la religión y fortalecerla mediante la creencia de que el trabajo duro y sus frutos honran a Dios, irónicamente, este sentido del trabajo y la riqueza vendrían siendo el principal motivo del surgimiento del pensamiento capitalista, enfocado en hacer y acumular riquezas. En el libro, da una explicación valorativa del trabajo que resuelve el problema de la vida y la muerte, es decir, la religión, que le prometía al hombre la salvación a partir de la realización de un trabajo ‘predestinado’, pierde progresivamente su significación en la sociedad (a partir de la observancia religiosa que realiza) y la emergencia de la racionalidad es impostergable; el ser humano ahora es el centro pero no tiene explicación de la muerte. Aunque la religión protestante haya sido la causa de que los hombres hayan servido y honrado a Dios a partir del trabajo para alcanzar la ‘infinidad de su alma’, y haya sido también la causa del capitalismo, deja de tener cabida en el pensamiento de la sociedad y la racionalidad ahora se autonomiza; la razón religiosa pasa a ser razón moderna. En fin, la secularización viene dada a partir de la propia religión que intentó predicar acciones que iban en contra de ella misma, a largo plazo.

     Con esta explicación y a modo de reflexión: a pesar de que hace más de un siglo la ciencia pudo darnos respuestas acerca de la vida y, de la muerte como un proceso natural, creo fielmente en que eso no nos basta. ¿Qué sería de nosotros sin ese sistema de valores (sentimientos, tradición, cultura...) que nos dan justamente una razón subjetiva de la vida para disfrutarla?

     Y aunque me tilden de utópica, dentro de “The Iron Cage”* en la que todos estamos encerrados (por defecto moderna, racional y capitalista), podemos subsumirnos a lo que la sociedad nos dicte si eso es lo que queremos, y aunque nuestra vida esté determinada por el mundo, la otredad y por el sistema en el que nos encontramos, el reto está en intentar romper la Jaula de Hierro, hacer un esfuerzo por salir de ella airosos y con ganas de dirigir nuestras propias vidas. Lo prioritario en esta sociedad es la razón moderna, ahora toca preguntarte cuál es TU prioridad, tu razón.

     ¿Es acaso válido decir que la Modernidad y la religión son antagónicas? Entendida esta última en estos términos de espiritualidad, sentido de vida, creencia en algo que nos hace ser mejores personas y no como ideología opresora o falsa conciencia (Marx). Yo estoy segura que no; la religión puede fácilmente vivir en la Modernidad como una esfera más de la vida social, como un campo (Bourdieu) más que podemos añadir a nuestro rol como persona.

     A pesar de estar inevitablemente sumidos en la racionalización del mundo impuesta (viéndolo abstractamente) por la ciencia, alejarnos de ello no significa ser “premodernos”, sino estar conscientes de que nos hace falta más corazón.






 *"The Iron Cage" es la traducción al inglés que le da Parsons al texto original de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo, escrito en Alemán y que traducido directamente al español podría interpretarse como "férreo estuche".



 Gracias Mr. Steven por el consejo.

1 comentario:

  1. Me parece interesante que digas que la ciencia puede darnos respuestas de la vida y de la muerte; cuando en verdad, son los dos más grandes misterios que están por resolver. Ponte las pilas, pana.

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